domingo, 13 de octubre de 2013

Relato #01 Perseo y Andrómeda.

El sentimiento de orgullo y superioridad invadía mi cuerpo. ¡Acababa de matar a la gorgona! ¡Lo había conseguido! Las armas que me habían dado recientemente las Náyades, habían servido de mucho. Caminaba tranquilamente por Jaffa de camino a Serifos cuando de repente la vi, una hermosa joven encadenada. ¿Qué habría ocurrido? Me dirigí a hablar con el rey, que casualmente era el padre de la joven, una bestia marina con forma de reptil estaba a punto de comerse a Andrómeda, así se llamaba la hermosa hija del rey, quien estaba prometida con su primo Phineas. Cepheus y Casiopea, padres de Andrómeda consintieron que si mataba a la bestia podría tomar la mano de su hija, la cual me había embelesado con su belleza. Caminé hacia el acantilado con el casco de invisibilidad, mis zapatillas aladas y la espada de diamantes con la que acababa de matar a la gorgona. La bestia rugió y le clavé la espada en el costado. La maté. A continuación corté las cadenas que sujetaban las muñecas de Andrómeda. La joven me abrazó, fue un abrazo cálido y de agradecimiento. Me miró sonriente y besó mi mejilla, fue entonces cuando le dije que nos casaríamos, que su padre había aceptado mi propuesta. Durante la ceremonia  asistieron los hombres de Phineas y el aspirante a novio, hubo una lucha de la que salí ileso pero aquello no podía acabar así. Saqué la cabeza de la gorgona e hice que los hombres miraran hacia mí, quedaron petrificados. Phineas cayó de rodillas ante mi y suplicó mi perdón. ¿Eran lágrimas lo que caían de los ojos de aquel hombre? Ja, lo llevaba claro. ¿Después de hacer lo que hizo aún pretendía que le perdonara? ¿En serio? Coloqué la cabeza de la gorgona en frente de él y su cuerpo se convirtió en piedra. La compasión no era lo mío. La ceremonia concluyó, Andrómeda era mi esposa y viviríamos felices el resto de nuestras vidas. O al menos, eso esperaba.

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